Transcurría plácidamente el tercer día del mes de septiembre del año 2015 de nuestro señor Odín, cuando concertamos una cita entre tres amigos para vernos, ir a atascarnos de mariscos y ponernos al día de lo que nos habíamos perdido después de años de no vernos... dejemos de lado que o yo soy demasiado puntual y previsor, o mis dos amigos son unos impuntuales del orto (o una combinación de los dos)... Llegado el día acordado (éste sábado pasado), como yo iba bastante temprano para la cita, me dije a mí mismo "mi mismo, no estría mal que caminaras un rato desde la estación del metro Bellas Artes a la columna del Ángel de la Independencia (que son aproximadamadremente tres kilómetros y medio), para hacer un poco de tiempo..." Entonces, saliendo del subterráneo y conociendo la ruta a seguir, coloqué mi pashmina sobre mi cabeza para taparme del inclemente sol -cabe señalar que los días en la ciudad de México se han tornado caóticos en lo que a condiciones meteorológicas se refiere, pasando del frío sobrecogedor propio de el norte de Castle Black al abrasador calor de Mordor a diluvios de proporciones bíblicas en un sólo día... o combinaciones de los tres...- El punto a tocar en ésta crónica incoherente, es que pocas veces notamos los atractivos que están en nuestro diario transitar, ya sea por la costumbre, el estrés u lo que sea y que teniendo tiempo de sobra para llegar a mi destino, inconscientemente me dio por apreciar. saliendo de la estación del metro Bellas artes, se encuentra el palacio del mismo nombre, en el que regularmente se hacen exposiciones recitales y conciertos cultos muy interesantes ya sea en el interior del recinto o al aire libre (en ésta ocasión no corrí con la suerte de que hubiera alguna afuera del inmueble); la construcción en sí misma es muy interesante, pues está hecha casi en su totalidad de mármol, a excepción de la cúpula, lo que ha provocado que la estructura se hunda varios centímetros al año en el suelo arcilloso sobre el cual fue levantada. Aledaña al palacio, se encuentra la alameda central , objeto de remodelación en años pasados, y que le dio un nuevo atractivo al ya de por sí céntrico destino turístico; el adoquinado fue cambiado en su totalidad y las fuentes, en su mayoría europeas, así como el hemiciclo a Juárez fueron remodelados presentando un aspecto más limpio, iluminado y seguro. Desvié mi trayecto hacia la avenida Reforma, quedando en línea recta un par de kilómetros alejado de mi destino; la vía, ahora repavimentada, ha sido aprovisionada con carriles exclusivos para ciclistas y la misma se cierra por una horas los domingos para permitir la libre circulación de ciclistas, patinadores y peatones de las 8:00 a las 14:00 h. Es de notar las bancas y peanas, fruto de exhibiciones artísticas que han tenido lugar y que ahora forman parte, creo que permanente, de la decoración del boulevard. El camellón central también fué rediseñado de una incipiente guarnición a una estética combinación de vegetación rastrera y concreto, bastante llamativa.
Al llegar al punto de reunión acordado, me senté pacientemente a que mis comparsas llegaran, cosa que no sucedió hasta dos horas después... lo bueno es que en la ciudad, siempre hay cantidad de personajes para observar y perder el tiempo haciendo análisis fenotípicos sarcásticos de la fauna propia de la urbe -y no hablo de los animales que tienen libre tránsito por la misma-, me ofrecieron ganar un celular, así como un par de cigarrillos de dudosa procedencia, dulces y propagandas varias, mientras pasaba el tiempo con mi fiel aparato reproductor... de música (XD XD XDDD) y con intensas sesiones... de air bass... (ésta sarta de incoherencias deben ser producto de la hora en la que escribo, pero no pretendo hacer de ésto la tercera parte del documental "No Sé Qué Acabo De Escribir")
Objeto de otro desvarío será el encuentro con mis cohortes y los desmadres que hacemos cada que nos encontramos.
-FIN DE ENTRADA 1 DEL GUÍA DE TURISTAS HERNÁNDEZ-
AGURRRRRR!!!
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