sábado, 22 de agosto de 2015

El Evanescente Reino De Los Olores, Pt. 2 (O "Lo que hace una hoja de papel...")

La sala designada para la reunión estaba a reventar, había personas que no tenían qué hacer ahí, demostrado por su silencio y su compulsión por asentir a todo lo que se decía, fueran los comentarios acertados o no. La decadencia de aquel aquelarre se acentuaba por el calor que se incrementaba exponencialmente al no contar el espacio con un solo mini split que hiciera cuando menos circular el inmundo aroma a humano producido por la multitud de personas apretujadas en el no tan reducido espacio; al no contar con participación alguna de momento, abrí la libretita que tengo destinada a apuntar pendientes de los cientos de reuniones inútiles a las que se me convoca con periodicidad pertinaz... En ese momento me percaté de un sutil olor que extrañamente emanaba del objeto entre mis manos; como es mi costumbre, olisqueo las cosas que resultan interesantes para mi nariz. Poco sabía yo que el instintivo acto me llevaría a un viaje de recuerdos... La fragancia del papel me transportó a mis primeros  y torpes intentos de plasmar mis viajes mentales en pliegos de celulosa mate y los diversos materiales que utilizaba para ello... Solía siempre procurarme materiales dada mi precaria situación de "estudihambre", así, en lugar de comprar hojas doble carta, marginadas y hechas específicamente para layouts, compraba rollos de papel bond -en lugar de opalina, estándar para los menesteres que atendía- y los cortaba a la medida....  Bueno, un poquito menos, intentando aprovechar al máximo el papiro, extrayéndole una medida más... Los lápices no suponían un gasto mayúsculo, ni los exactos para afilarlos, pues mi padre fue dibujante de planos y contaba con mucho material para trazarlos. Así, no tuve que gastar en estilógrafos, rapidógrafos, escuadras y otras tantas monadas... Cómo olvidar las superficiales, pero dolorosas cortadas que el cruel papel proporciona al sentirse agredido con un escalpelo?, irónicamente he sufrido muchísimas mas lesiones por papel, que por objetos cortantes... O la textura del fino polvo que se desprende de los cojines limpiadores, que no sé por qué se llaman limpiadores, si su función es prevenir que la superficie donde trabajas se ensucie, no limpiarla... No sé si sepan qué sabor tiene la tinta china, de ésa vieja que venía en frasquitos de vidrio, precariamente sellados, que siempre escurrían casualmente en el interior de la mochila, sin importar cuántas precauciones se tomaran previamente. Bueno, deja un sabor metálico, variando entre colores, pero los puedo decir que mi favorita es la tinta negra Pelikan y no, no es como que tomes el gotero y la viertas sobre tu lengua, sino que la técnica más utilizada -entre los que saben del asunto- para destapar un estilógrafo obstruido, es introducir en la boca propia el tubillo metálico por el que el filamento se desliza, permitiendo la salida del líquido y succionar LEVEMENTE (si están en ésta etapa, por favor, apliquen sabiamente el conocimiento que les doy, a menos que quieran conocer el sabor de la tinta). También la combinación del grafito y la madera de los lápices emiten un efluvio característico y mágico al afilarlos. Deben saber, de igual forma que el papel es diferente en olor, peso y textura, dependiendo del que se trate (no sé si haya algo así como "sommeliers de papel" que sepan la composición del mismo por su aroma y textura, pero me gustaría serlo =P). Teníamos, en el estudio de dibujantes al que asistí por unos años, bromas sobre los materiales y recuerdo muy en especial un pincel poceador (o un rake) de cerdas irregulares y duras al que apodábamos como "pincel de pelos de bigote de indito oaxaqueño", apodo que trascendió a la tienda de suministros Lumen que quedaba relativamente cerca del estudio... En serio, así llegábamos a pedirlo y como ya nos conocían, ya sabían de cual hablábamos... JaaajJAaJaaaJaJAaaJAJAAa!!
Recuerdo toda ésta mezcla de recuerdos en dos lugares en específico.... En casa, obviamente, en la mesa-armario-estudio autodesignado, con todos los materiales que mi padre tenía y en la casa-estudio de Oscar González Loyo, que es improbable que lea ésto, pero a quien le agradezco en el alma la paciencia, la disposición y la técnica que me compartió durante el tiempo que me recibió en ¡Ka-Boom!, pasando de dibujar copias de tarjetitas de Dragon Ball a dibujar estructuradamente figura humana, entintar con plumilla y pincel, viajarme y acentuar malsanamente mi compulsión por el dibujo... GRACIAS, OSCAR!! leas ésto o no. Dibujar es mi pasión...

 Justo a ésa mezcla de aromas y recuerdos fui remitido, sólo con abrir un cuadernillo...

- FIN DE ENTRADA AROMÁTICO-NOSTÁLGICA -

AGURRRRR!!!!

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